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jueves, 20 de diciembre de 2012

Un cuento antes del fin del mundo



No lo sabrá...
—Cómo te pareces a tu madre: tienes sus mismos ojos, la misma mirada vivaracha que destaca en su carita de pena.
—Cómo te pareces a mamá: la gallina que extiende sus alas para protegernos a todos. Has heredado su calma, su energía, incluso, ese pequeño mal humor, con el que nos sorprende de vez en cuando.
Recuerdo estas palabras mientras observo la foto de mis padres, en la que ella, sentada de frente, sujeta la mirada del fotógrafo, y él, presta atención a alguno de nosotros cuatro o, como me gusta pensar, llevado por su timidez, intenta pasar desapercibido. Pero, pese a lo que he escuchado toda mi vida, veo en el perfil de papá mi misma nariz, recta y prominente, la redondez de mi cara, e imagino su sonrisa socarrona, su risa maliciosa, en la que tantas veces me he visto reflejada. Una imagen tierna y feliz, como ha sido la mayor parte de mi vida. Unos minutos de ensoñación que me dan algo de sosiego y me alejan de lo que ocurre a mi alrededor. Una calma que solo dura unos instantes, hasta que el ruido de las explosiones, los gritos de terror,  cada vez se oyen más cerca, anunciando que la hora del final se aproxima.  Dejo la foto en la mesilla, bebo del vaso en el que he vertido el veneno, me tumbo con cuidado, entrelazo mis manos a las de mi marido, que yace abrazado a nuestra hija, y, mientras espero a que me venza la muerte, dejo que las lágrimas resbalen por mis mejillas al pensar que, mi niña, no  tendrá la oportunidad, ni siquiera, de saber... a quién de los dos se parecía.
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Con este relato participo en el evento Un cuento antes del fin del mundo, organizado por Acuática. Hemos participado 69 relatistas, con un número tan erótico, seguro que encontráis muchas historias para pasar un buen final. Pinchad aquí y a ver qué os cuentan.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Taller de Nicolás

Los deberes consistían en escribir dos microrrelatos independientes que, a su vez, tuvieran que ver el uno con el otro, es decir, que las historias se entremezclaran.

Este es el primero que escribí:

En Texas no se libra ni Dios
ANGELRNAVA
Tras arduos interrogatorios, apoyados principalmente en el informe forense que redacté después de un exhaustivo estudio gestual de la detenida, el jurado llegó a la siguiente conclusión: ¡Culpable de homicidio! ¡Condenada a la pena de muerte! El intento, por parte del abogado defensor, de crear una duda razonable, presentando un recurso, amparado en el historial médico de la acusada, fue desestimado, por lo que la ejecución se llevó a cabo al mes siguiente. Llegado ese día, me ofrecí a acompañar a la familia de la víctima y así confirmarles que, en cuanto comenzó el ritual de preparación de la inyección letal, vi miedo y súplica en los ojos de aquella zorra tetrapléjica.
Y este es el segundo:
Me levanté con el pie izquierdo
Llevaba esperando horas a que la ATS, que tenía que venir a levantarme, hiciera acto de presencia. Desde las ocho, que era su hora de llegada, hasta las diez, hora que marcaba el reloj, habían pasado 120 minutos en los que mi desesperación e ira habían aumentado hasta colmar el límite de mi paciencia. Así que decidí estrenar la grúa, que dos días antes habían instalado sujeta a la cama y que se accionaba con mi respiración. Sople una vez y el mecanismo se puso en marcha. Di dos soplidos y el arnés, que colgaba de la polea y que me sujetaba, me levantó; tres soplidos y fue llevándome hacia el lado izquierdo, cuatro respiraciones y me dejó con delicadeza sobre la silla de ruedas que tenía junto a mí. Una acción tan agotadora que, cuando acabó todo, di un hondo suspiro sin tener en cuenta lo que significaba aquella orden. El asiento de la silla se levantó con tanta fuerza que me lanzó por los aires en dirección a la ventana, con tan mala suerte  que estaba abierta y su cristal no sirvió de freno. Diez segundos terroríficos de caída, a la espera del duro y mortal impacto con el suelo. Pero no fue así, caí en blando. De lo que ocurrió a continuación no recuerdo nada más que las sirenas de la ambulancia y de la policía y el cuerpo de mi enfermera debajo del mío.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Encadenados

Jose Luis Sandín propuso, en el taller que compartimos, que escribieramos un texto con las palabras abracadabra, pingüino y nariz. Como ese día falté a clase, aprovecho la segunda oportunidad que me ha dado Nicolás Jarque,  en el grupo Encadenados , para escribir mi relato. Os animo a que os paseéis por facebook y dejéis vuestro micro.

Aquí está el mío:


¿Las apariencias engañan?

Tenía unos ojos maravillosos que cuando la miraban la desnudaban; una nariz larga y prominente que, si los pronósticos eran ciertos, auguraba un miembro inferior, digno de ver y disfrutar; unos brazos con los que la estrujaba hasta dejarla sin respiración; un culo y unas piernas prietos, ocultos bajo unos vaqueros que ella, una noche tras otra, soñaba en soledad, con quitárselos. Y por fin había llegado el día. Se besaron, se chuparon, se olieron, mientras se quitaban la ropa enloquecidos y la temperatura de sus cuerpos iba en aumento, hasta que, en el momento en el que ella creía que iba a desmayarse de tanta excitación, él gritó ¡abracadabra! a la vez que se quitaba los calzoncillos. ¡Qué chasco! Su nariz no tenía nada que ver con aquel pene de pingüino*, entonces recordó aquel artículo que hablaba sobre la sexualidad depravada que encubría el aspecto inocente de esos animales y decidió descubrir qué habilidades ocultaba el objeto de su deseo.

*Para poder utilizar esta palabra, me he permitido la licencia de adjudicarle pene a un animal, que carece de él.


viernes, 12 de octubre de 2012

Concurso


 Los primeros deberes que nos ha mandado Rosario Raro, la profesora del taller al que me he apuntado, tienen como destino, o no, presentarlos a un concurso del que os dejo aquí el enlace, por si os interesa.
Como soy como soy y todo lo dejo para última hora, he escrito el relato 15 minutos antes de que acabara el plazo que nos marca ella, así que ha salido lo que ha salido; pero estoy contenta, por lo menos, hoy, he cumplido mi propósito de no fallar a los compromisos creativos.
A continuación:


Mi amor en cuatro palabras

Amor mío,

Tres minutos en soledad y ya quiero hacer las maletas y seguirte adonde vas. Estos dos meses han pasado tan rápido que tengo la sensación de que aún estoy conteniendo el primer suspiro. Te quiero. Ya lo sabes, solo me atrevo a decírtelo  por carta; algún día, de los que me pierdo en tu mirada, seré dueña de mi voz y, aunque sea en un susurro, te contaré un cuento de amor en el que los protagonistas llevarán tu nombre y el mío. De momento, confórmate con cuatro palabras amorosas y mi cuerpo encadenado al tuyo. Uf, todavía conservo el calor de tus manos en mi piel, el sabor de tu boca,… te dejo un minuto para dejarme llevar por el deseo.
¡Qué tortura despertar a la solitaria realidad! ¡Y todavía quedan 60 días para tu regreso! Me río de los planes que hicimos, ¿dejar pasar un mes antes de ir a verte? ¡Ni hablar! Ahora mismo compro el billete y en siete días estoy a tu lado, ya llegará el tiempo en el que prefiramos querernos en la distancia y en el que nos guste más oír nuestras voces a través de la línea telefónica que a solo unos centímetros.
No voy a decirte la fecha de mi llegada; ya me conoces, me gusta jugar al escondite. En una semana, búscame, allí estaré.
TQ, Ana.

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La ilustración la he encontrado en el blog http://rifdibujos.blogspot.com.es/

viernes, 21 de septiembre de 2012

Taller de escritura






Hace un mes Nicolás nos propuso crear nuestro propio taller de escritura, con la idea de despertar a las musas y jugar en grupo con las palabras. Ayer fue el primer día en el que nos reunimos y, creo que para todos, fue una experiencia positiva y divertida. Tanto, que ya hemos quedado en vernos cada quince días.

En uno de los ejercicios tuvimos que elegir un escenario, decir cada uno un par de palabras y escribir hasta que la alarma sonara a los cinco minutos. ¡Qué estrés para una vaga como yo!
El escenario elegido fue el bar y las palabras fueron: bravas, opio, ocio, reloj, amigos, conversación, humo, armonía, juerga y café.

Mi relato fue este:

Mis amigos ya llegan tarde. Miro el reloj y ya han pasado 10 minutos de la hora. Me encenderé un cigarrito mientras me tomo el café; si la vecina de mesa se queja del humo, la invitaré a unas bravas y entablaré una conversación.
Es guapa, una rubia despampanante, con unos pechos que quitan el sentido. La vuelvo a mirar y es morena y sin tetas. ¿Será el opio? Tendré que ponerme a trabajar y dejarme de tanto ocio.
Aunque me lo propongan, hoy no me voy de juerga. Quizás con un té Armonía y unas horas de cama, mis neuronas dejen de flotar y se concentren, por fin, en un punto de mi cerebro.

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Mis compañeros de taller, hasta que se anime alguien más, son:
Elysa Brioa (http://elystone.blogspot.com.es/)
Mº Ángeles Martínez (http://posodeunasonrisa.blogspot.com.es/)
Jose Luis Sandín (http://josseluiss.blogspot.com/)
Y, nuestro Quijote, Nicolás Jarque (http://escribenicolasjarque.blogspot.com.es/)

martes, 11 de septiembre de 2012

Cuentos y más




Betacismo sexual
Mi índice recorre el abecedario de tu cuerpo de la b de tu bagina a la v de tu voca. ¿O es al revés? ¿Confundo las letras y tus prioridades?
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Minicuento con el que participé en la convocatoria "Minicuentos eróticos con humor, en 140 caracteres" de Cuentos y más.


martes, 28 de agosto de 2012

Relato con banda sonora




En esta canción, que descubrí gracias a La Esfera Cultural, está inspirado el relato que sigue y  que leyó La Voz Silenciosa

3.10 minutos de encantamiento
Guau! Esas caderas me tienen loco. El vaiven de la seda de su falda me transporta por el arcoiris del deseo que nace entre mis piernas y trepa raudo por mi piel, destellando en mis pupilas, para eclosionar en mi cerebro. Derecha izquierda, derecha izquierda, mis brazos la dirigen de delante atrás, de atrás adelante para que nuestras caderas converjan en el eje de nuestros cuerpos. El bamboleo, de sus pechos y su melena, marca el ritmo de esta pasión con acordes de Bossa. Sus labios, entreabiertos, son el imán perfecto para que mi boca juegue con su cuello, buscando la dulzura de su lengua. Solo quiero mantener su cintura entre mis manos para dar una pausa a tanto balanceo y que, por fin, nuestras miradas se encuentren y así perderme unos instantes en el azabache de sus iris. Cuando la orquesta acabe de tocar esta canción, lo mejor será que nos demos la vuelta y guardemos este recuerdo anónimo para las noches del invierno que se avecina. Si alguno de los dos pronunciara una sola palabra, el hechizo se rompería y, uno de los dos, se convertiría en sapo.

viernes, 24 de agosto de 2012

Historias de portería




Participé y quedé finalista en la convocatoria de La Esfera Cultural, Historias de portería,  con el relato Escenario de Adolescencia y La Voz Silenciosa (José Francisco Díaz-Salado) le dio vida, si queréis leerlo y escucharlo, pinchar aquí

miércoles, 6 de junio de 2012

2ª Edición de Relatos Brevísimos Mandarín

Como algunos ya sabéis quedé finalista en 2011, con el relato Al otro lado del jardín, en la primera edición de este concurso. Este año se ha vuelto a convocar con la temática de la novela negra. El plazo de entrega acaba el 15 de octubre; hasta ese día iré publicando los relatos que vaya mandando. Si os animáis a participar, lo podéis hacer aquí.

Primer relato:

72. DESMEMBRADO
Tras una tórrida noche, amanecí sin el dedo corazón de la mano izquierda. Para recuperarlo tendría que desatar y registrar el cuerpo de las tres mujeres tendidas a mi lado y descubrir cuál de ellas lo tenía escondido en su vagina. La tarde anterior ya había perdido el dedo índice al eyacular mientras apretaba el gatillo sobre sus cabezas.
El comisario me iba a cortar los huevos, y mira que le había dicho que no era el más indicado para custodiar a esas testigos protegidas. Pero claro, cómo iba a sospechar él que no perdí la oreja en un accidente si no que me la arrancó de un mordisco aquella puta que se me escapó.

martes, 29 de mayo de 2012

I CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES “SONRISA DE QUEVEDO” SOBRE HUMOR EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Si os dais prisa, hasta el jueves hay de plazo para participar en este concurso:  Administrar el humor
El relato con el que he participado es este:

El paraíso está entre sus páginas
Tantos meses buscando el edén en la Tierra y por fin lo encontré. Todo era igual a mis sueños: una bibliotecaria mal encarada, de la que apenas se veía una cana que se asomaba rebelde por encima del mostrador,  a modo de saludo y como representante del Carbono 14  que indicaba la edad del edificio; altísimas estanterías de madera que crujían, decían que por el calor pero yo estaba convencido de que eran  los libros cuando, a escondidas, se cambiaban de sitio; mesas grandísimas en las que se podían apilar tantos volúmenes como se quisiera; miles de libros con restos del aroma de los dedos que los habían  acariciado al paso de las páginas y, lo que más me gustaba, esas lamparitas  que marcaban  la frontera de la mesa, que tus libros no podían  traspasar sin invadir a tu vecino. Una lamparita con  luz anaranjada que se dirigía siempre, te movieras o no, directamente al objetivo de tu lectura. Era mi lámpara maravillosa.
Ese día estaba feliz, con un buen número de ejemplares abiertos,  rodeándome y esperando pacientemente su turno para ser leído, cuando la puerta principal se abrió de par en par y entró una mujer, peor encarada, que, tras intercambiar unas palabras con la bibliotecaria, se acercó hasta donde  me encontraba, sumergido en la historia de Bartleby, y dejó petrificada su mirada en mi cogote hasta que el peso de la animadversión jugó a su favor y me obligó a volver a la realidad y a dedicarle toda mi atención. Con un tono de voz,  que hizo peligrar todos los cristales, me pidió,  perdón,   me exigió, que le diera mi carnet de la  universidad  y  al  contestarle  —preferiría no hacerlo—, contoneándose como una gallina,  me dijo que no tenía derecho al uso de esa biblioteca; que recogiera mis cosas, que en cinco minutos la abandonara y que no volviera nunca más o… ya no recuerdo cuál fue su amenaza. Seguro que el cacareo fue rojo, como el color de su cara en ese momento.
Con el corazón  lleno de  lágrimas me despedí de mis amigas,  solo novelas,  porque en tres meses nadie más que yo había disfrutado ni un minuto de ese lugar,  y me fui. Únicamente  me volví una vez  para ver divertido cómo los libros saltaban de las estanterías y, escapando de las garras de las dos mujeres, salían  a la puerta para despedirme y mandarme palabras de aliento y reencuentro,  que volaron  hasta mí, gracias a un viento ligero.
Por casualidad, después de escribir este relato, he encontrado este corto de animación. ¡¡¡Disfrutadlo!!!




jueves, 17 de mayo de 2012

Me he encogido por culpa de Vila-Matas

Mientras he leído El viento ligero en Parma de Vila-Matas (recomendadísimo) he confeccionado una lista de escritores, músicos, periodistas, ciudades, pinturas, películas, directores que el escritor nombra en su libro y que me he propuesto estudiar a fondo, aunque a la mayoría ya los conozco. Y aquí estoy, desde hace un mes, tachando los nombres que aparecen en los cuatro folios que ocupa el listado. Un placer que me ha provocado, una vez más, la imposibilidad de escribir una línea; el conocer a extraordinarios escritores me ha empequeñecido. No me importa, no me voy a convertir en  Bartleby y compañía (también de Vila-Matas); recuperaré mi tamaño y, quizas, tenga la suerte de que su influencia se vea en mis cuatro letras.
De momento, conmovida aún después de haber visto Invictus, os dejo el poema de William Ernest Henley que Mandela se recitaba en los malos momentos del cautiverio y que da nombre a la película. Creo que nos puede servir de consuelo en este momento. ¿No pensáis que lo último que hay que dejar es que se adueñen de nuestras almas?


Invictus
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me econtrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

martes, 10 de abril de 2012

Deseo Anónimo

A Rocío, Rafaela y Gema

El sol entorna mis ojos y el horizonte se reduce a sus pechos. Del rosado de sus pubis, al tostado de sus pezones, mi mirada se desliza por sus cuerpos, mecida por una gama de colores. Mi lengua saborea en la distancia el salitre de sus pieles, y mi dedo zigzaguea por la sombra de sus curvas, que el sol dibuja en la arena. En cada uno de mis poros siento el deseo imaginado de las tres y mi corazón se concentra en un único e intenso latido del eje diminuto de mi cuerpo.
El cante de una voz humedecida por el rocío y un murmullo con sordina de tonalidades rafaelistas, al amparo de la gema del sol, el rubí del atardecer, me compañan al regreso de mi ensoñación y dejo que la mar refresque la temperatura de mi sueño y sonrío satisfecha por su inocente ignorancia de mi deseo...


Este es el relato original pero si queréis escuchar otra versión leída por La Voz Silenciosa pinchar aquí

jueves, 29 de marzo de 2012

Antes de irme a la manifestación y después de un mes de huelga creativa

Relato basado en una imagen para Cuentosymascuentos escrito tres meses después de la convocatoria

FAMILIA OSO

A los papás les encantaban los osos, así que durante el embarazo decoraron con este motivo la que iba a ser mi habitación; es decir, en mis sabanitas, en mi cuna, en mi ropita, en la cenefa de las paredes, las cortinas, los cuentos... en todo, todo, todo aparecían dibujos de ositos. Tal era y es su amor hacia estos animales que, desde el día en el que nací, ella me plantó un disfraz de este animal y solo me lo quita para alargar los bajos del pantalón y el largo de las mangas cuando me quedan cortos. De momento, como mi cabeza cabe en la cabeza postiza de oso, continúo con ella. La única pega es que, para leer, el hueco de los ojos es tan pequeño que le he pedido a papá que me la deje quitar de vez en cuando, pero su respuesta ha sido traerme una lupa, con el dibujo de un oso en el mango. No saben lo importantes que son los libros que llenan las estanterías; me ayudan a soñar, a imaginar la ciudad en la que vivo y que todavía no conozco y acompañan mi soledad, como únicos amigos.
Un día tras otro, el tiempo ha pasado en una repetición de actos milimétricos, hasta que hoy mi madre ha colgado en mi armario un disfraz pequeñito de oso y ha dicho que pronto me acompañará el hermano que ha nacido hace poco. Me ha dado tanta rabia que la he destrozado con las garras que he ido fabricando con algunos de los cuchillos que me han traído con las comidas. Después de esto he salido de mi cuarto, he buscado al bebé, lo he vestido con su disfraz, lo he metido en mi habitación  y me he puesto, encima de mi piel de oso, un traje de mi padre.
En este momento estoy aquí, mirando por la ventana, mientras espero a que llegue él para encerrarlo, junto a mi hermano, y hacer realidad los cuentos de mi infancia y ser yo, Papá Oso, quien, a partir de ahora, por fin, mande en casa.

lunes, 20 de febrero de 2012

Elecciones


En las votaciones ganaron los preliminares contra el coito. Yo llegué tarde a votar, culpa de los cinco minutos que estuvieron solos tu pene y mi orgasmo.

lunes, 23 de enero de 2012

Marina mía I

Primer intento de decirle, con cuatro letras, todo lo que la quiero y lo que me gusta.

                                           Fotografía de Marilele
                                                  

No me hace falta mirar al horizonte buscando la utopía, la encuentro en el arco iris de sus párpados.

Los colores enmarcan sus ojos achinados y, si observo a través de ellos, se abre ante mí un futuro combativo, plagado de viajes con destinos, a veces inciertos, que calmarán su incertidumbre tras su llegada.

Veintidos años pasados construyendo un presente que colma mis anhelos. Por eso sé que solamente ella o su ausencia podrían romperme el corazón.

No puedo darle el mundo de sus sueños, pero sí que puedo dejarla que sueñe con él y acompañarla mientras duermo.


                         ¿Quién no comparte el Delirio de Galeano?
                         ¿Quién no caminaría a su lado tras la Utopía?
                                                       Tú, sí.

      
                                   

lunes, 16 de enero de 2012

La suerte no está echada


El destino está en mis manos. Si lanzo los dados y consigo un repóker de seis, las escaleras se alinearán y podré subir a los cielos, pero, si no lo logro, descenderé directamente a los infiernos. Ya sé que los designios no existen y que la vida es solo parte del juego; la incertidumbre está en si el cielo merece que, incluso, haga trampas. Si flotar durante la eternidad rodeada de ángeles gordinflones será la opción más acertada o si perder en esta tirada me llevará a recuperar el tiempo perdido y disfrutar de los placeres pecaminosos no vividos, porque, entonces, seguro, bendeciré a Satanás.
 ¡Hecho! He elegido mi futuro. Cojo los dados, los agito y espero que el peso de los impares gane, milagrosamente,  en este espacio de ingravidez y me aleje, tras  un chasquido de mis dedos, índice y pulgar, del aburrido Yahveh.


Relato con el que participé en Triple C en Relatos a partir de una imagen Imagen by DamaArt©

viernes, 13 de enero de 2012

Cuento de Navegante






No debía de medir más de un metro setenta y, sin embargo, lo recuerdo como si tuviera la altura de un gigante. Con el pelo y la barba cubiertos de canas, la tez bronceada, y la pipa colgando de sus labios, era la viva imagen de un lobo de mar. A pesar de que durante la mayor parte de las horas del día lo dominaba un humor huraño y protestón, le gustaba estar acompañado; sobre todo de mi abuela que, con una sonrisa o riñéndolo como a un niño, sabía cómo despertarle a la realidad cuando los recuerdos lo embargaban de melancolía.

Y, ése, era el momento que más nos gustaba. A su llamada, corríamos a su lado, deseando que nos hipnotizara con su voz, grave y cadenciosa, mientras nos contaba una de las aventuras que le habían ocurrido en alta mar.

Pero, hoy, en su memoria y como parte de su legado, tras muchos años pasados desde su muerte, soy yo el que voy a relataros una de las historias que nos hizo vivir a través de sus palabras.


Aquel 3 de mayo de 1941, tras 30 días sin avistar tierra, habiendo dejado Estambul a sus espaldas y con destino al golfo de Méjico, se encontraba en su camarote estudiando sobre la carta de navegación el rumbo que debían seguir, cuando el barco dio un fuerte balanceo. Sorprendido salió a cubierta y encontró a toda la tripulación que, extrañada, observaba como unas nubes negras cubrían veloces el cielo, un fuerte viento hinchaba las velas y las olas crecían rápidamente de tamaño.  Para que no se rompieran los palos, dio la orden de que, sin demora, se plegara el velamen, y puso el barco proa a la mar. Fueron horas de una lucha titánica, en un duelo entre la cáscara de nuez, en la que se habían convertido, y el océano, que les ofrecía su cara más temible. Olvidaron el miedo, y todos a una, marineros y oficiales, pelearon contra la fuerza inconmovible de la naturaleza. Y aunque, en más de una ocasión, estuvieron a punto de dar la vuelta y creyeron que morirían ahogados, vencieron. El amanecer llegó acompañado de un sol reluciente y con el agua totalmente en calma. Una vez descansaron de la tensión que se había alojado en sus huesos, y con la nave, a pesar de los desperfectos, lista, continuaron la travesía.

Cinco días más de navegación hasta llegar a su destino; cinco interminables días hasta que pudieron pisar tierra y celebrar que habían sobrevivido. Y eso hicieron. Plegaron velas, ataron los cabos, contrataron a un guardián y se dirigieron a la primera taberna que encontraron en ese muelle de pescadores. Pidieron la bebida más fuerte que tuvieran y brindaron por la vida, por su indestructible barco el "Buen destino", por la tripulación, por el capitán, por la compañía y, brindis tras brindis, fue cayendo una botella tras otra. Hasta que, en el último sorbo, la cara del contramaestre se crispó y de su boca salió una serpiente, que, atontada, trató de huir deslizándose por la mesa. En ningún instante de la galerna que los azotó afloró tanto terror como el que vio en ese momento en los ojos de cada uno de los presentes. No pudo con ellos la tormenta, peso sí estuvo a punto de rematarlos del susto ese ofidio macerado.

Y aquí acaba esta historia. Verdadera o falsa, qué más da. Lo importante es que cada vez que veáis la serpiente, dentro de la botella que guardo celosamente, recordaréis al protagonista de este cuento y, así, habré cumplido la promesa que le hice a mi abuelo, de mantenerlo vivo en la memoria.


La ilustración la he tomado prestada de Sara. Os animo a hacerle una visita  en http://microrelatosilustrados.blogspot.com/ ; disfrutaréis de sus relatos y dibujos.

sábado, 7 de enero de 2012

Tras un mes de sequía

Tras un mes sin escribir, ¡por fin he vuelto!
Lo primero quiero felicitaros a todos el año, y deciros que he echado de menos vuestras letras; intentaré ponerme al día poquito a poco. Y segundo, aquí tenéis este enlace  http://www.exefitness.eu/blog/?page_id=62  por si queréis participar en un concurso de relatos en los que aparezca el deporte y la salud; el premio es en metálico, una ayudita para sobrevivir en 2012. El relato que yo he mandado es el siguiente:

Últimos minutos
Todo tiene un límite y yo ya he superado el mío. Postrado en la cama, espero que llegue el final. Me acompañan mis seres queridos y el médico que va a administrarme el medicamento con el que, por fin, terminará el dolor y la tortura a la que me somete esta enfermedad. Todos lloran a mi alrededor, sufriendo, por anticipado,  mi ausencia. Y mientras sus ojos se llenan de lágrimas, los míos miran más allá. No son escenas de mi vida lo que ven. No son los momentos felices, pasados con mi mujer, mis hijos o mis amigos, lo que revivo: es la visión más bonita y sensual, que se ha cruzado delante de ellos, la que ha recuperado mi memoria.
Han transcurrido doce años de aquel día de 1999, en el que viajé solo a París. Año en el que los hoteles y sus gimnasios fueron el escenario de mi vida. Y en el que hombres y mujeres desconocidos, que encontré en estos lugares y de los que apenas guardo recuerdos, fueron mi única compañía.  
Aquella vez no fue distinta. Tras horas de aburridas reuniones, de insatisfactorias negociaciones, decidí que un poco de deporte desentumecería mis neuronas. Así que me dirigí a la sala de
aparatos y pasé hora y media machacando mis músculos y sudando la decepción acumulada. Agotado, pensé que el mejor final para tanto sacrificio serían unos minutos de baño turco.  Me desvestí y dejé que el vapor me envolviera y, recostado sobre la tarima, di tiempo libre a mis pensamientos. Diez minutos después, cuando ya estaba listo para irme, apareció ella entre la bruma.  Desde el primer segundo no pude apartar mi mirada de su cara infantil, de sus ojos almendrados. Recorrí la distancia desde su pelo, bajando por su nariz, paseando por sus labios, descendiendo por su cuello, hasta perderme por el contorno de sus pechos, ocultos bajo la toalla, que deseé se deslizara y dejara al descubierto el resto de su cuerpo. No cruzamos una palabra, solo nos sonreímos cuando ella se fue y dejó en mi retina una imagen sugerente que no volví a disfrutar, a pesar de que no falté, durante mi estancia en aquella ciudad del amor, a mi cita diaria con el ejercicio. Un recuerdo que ahora regresa para darme consuelo y colorear el gris de mi presente y de mis cinco minutos de futuro.
Con un gesto les señalo que ya es la hora. Mis hijos me besan y se alejan, incapaces de verme morir; el médico introduce en el gotero el elixir de mi muerte y mi mujer me besa, me abraza, pero aparta su mirada. Un error. Si prestara atención vería cómo en mis labios se dibuja una sonrisa, mientras me despido de la vida imaginando qué se escondía bajo aquel tejido blanco.  Una muerte dulce, que no podré contarle a nadie.