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viernes, 28 de octubre de 2011

Sabor a plasma


Enloquezco y en este momento querría abrir la puerta, lanzarle una última mirada que le destrozara el corazón y no volver los pasos, la vista, atrás. Días y días siendo víctima de su tortura. Ni una palabra, ni un beso, ni una sola muestra de deseo, amparándose en una tristeza, un desánimo, que ahora descubro que desaparecía cuando las yemas de sus dedos acariciaban la S, E, X, O, del teclado que le conectaba con su fantasía.  
He sufrido la indiferencia del que, escondido en el oasis de su estudio, paladea la oportunidad única de elegir el rostro, el cuerpo, el nombre, de una mujer que se desnuda solo para él, que entreabre los labios, los muslos y promete obedecerle y cumplir sus deseos al precio que marque el contador de la Visa. Una realidad sórdida ante el plasma, que clava alfileres de dolor en cada uno de los poros de mi piel que han suplicado una caricia.
Él no entiende, no es para tanto. Una ganga domiciliada, susurra. Si no se paga en efectivo, no hay pecado. Si no se mezclan los fluidos, no hay engaño.
Me desprendo del peso de una culpa que no es mía. Me voy. Tal vez encuentre a quien le guste ver y disfrutar de mi cuerpo en  tres dimensiones con su olor, su sabor,.. su tacto. A quien prefiera la recreación ante una imagen que no se desvirtúa si falla la conexión, a navegar por imágenes eróticas con rebobinado y pausa, o por páginas con luces de neón y listados de mercancía al por mayor.

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Si queréis escucharlo leído por La Voz silenciosa pinchar aquí

miércoles, 26 de octubre de 2011

Hombres gota


El Triángulo de las Bermudas es una leyenda, la explicación de las desapariciones está en un hecho meteorológico. El vapor del mar, en las horas cálidas de los meses de verano, pesa más que el cuerpo de los marinos que surcan el mar y los eleva hasta las nubes. Así comienzan un viaje que los llevará a tierras inhóspitas donde caerán sumergidos en las primeras gotas de lluvia del Monzón. Los habrá que acaben en los ríos, los que americen en un charco callejero o los que aprovechen los paraguas que surcan los cielos para aterrizar sobre campos cubiertos de amapolas.Ya sabemos que el agua, si no escasea o se desborda, solo puede traer sorpresas agradables.




viernes, 21 de octubre de 2011

A tiempo

Paquita de 74 años y Desiderio de 96 hicieron el amor por primera vez. Los dos, tras dedicar su vida a la “Obra”, solo conocían el cuerpo consagrado que cada domingo tomaban en misa. Una rareza que aquella residencia fuera mixta y una suerte que fuera el destino de sus jubilaciones. Un “acto milagroso” que solo conoció su confesor y que, ambos, atribuyeron a los designios de Dios.
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Reescritura del relato ganador de esta semana del Hoy por Hoy Radio Castellón

sábado, 15 de octubre de 2011

Se hizo la luz

Los comentarios cesaron cuando ella entró por la puerta. Iba vestida con un mono naranja, demasiado vistoso para la ocasión, pero era lo que marcaba el protocolo. Se sentó frente a ellos, los miró uno a uno y dijo sus últimas palabras "De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho desaparecer antes".  Una mano "inocente"  apretó el interruptor,  la luz cegó a los presentes y, tras unos pequeños espasmos, la mujer fue víctima del ojo por ojo.

viernes, 14 de octubre de 2011

La sombra desconocida


Tumbada al borde del mar el viento refresca mi piel. El pareo va dejando al descubierto mis muslos, los separo; mi ombligo, alguien lo besa; mis pechos, el aire cálido los acaricia. Susurra palabras de amor en mi oído y mis labios, hambrientos, buscan su boca. El salitre condimenta su sabor. Mi cuerpo se diluye en el suyo. Unas voces que se acercan rompen el hechizo. Quiero verle la cara pero la luz cegadora lo transforma en una sombra que huye hacia las dunas. Las olas borran su rastro y solo queda el recuerdo de una pasión, con el nombre y el rostro que aparezca en mis sueños.

viernes, 7 de octubre de 2011

Y fueron felices...

El amor es una incógnita. Hay quien cree en él mientras dura la pasión y los hay que piensan que empieza cuando ésta acaba. El único ejemplo cercano en el que quiero creer es el suyo, en el de mis padres. Y voy a poner un ejemplo.
Suena el teléfono y mi madre, apresurada, descuelga. En sus labios se dibuja una sonrisa, seguro que quien la llama es mi padre. Comienza una retahíla de "sí", "yo también", "cariño", risas, susurros, palabras a medias y, todo, acompañado del rubor de sus mejillas. Ella le pregunta si ha probado su comida y él le dice que sabe a ella. Una carga sexual tras tantos años, confirman que el amor y el sexo perduran tanto como queramos.
No creo ni necesito que la pareja sea eterna, pero, ¿porqué no un amor puede durar tanto como una amistad, si dicen que solo hay que abonarlo?
Me niego a que mi condena comience a los 60. Nací para ser una geisha y no permito que nadie ponga fecha a mi declive.  Amo y, a veces, a mi corazón le duele, pero, si no dejo que ni un pensamiento influya en mi cuerpo, follo y tantas veces disfruto. Mi cuerpo y mi mente son dos, y no siempre quiero que discurran en una recta, sino que transiten en paralelo.
Las perdices para  otros, yo, mientras, prefiero comerme las bellotas.




martes, 4 de octubre de 2011

Marie y Dominique



Arco de Triunfo del Carrusel (París)



Cada día Dominique y Marie van a pasar la mañana al Louvre. Si es invierno, se refugian al calor de la cafetería del museo y, si es verano, se refrescan metiendo los pies en la fuente. Dominique, la más joven y presumida, se entretiene haciendo collares y pendientes de abalorios. Y, Marie, la mayor y más seria, pasa el tiempo haciendo flores con su ganchillo. Pocas veces se dirigen la palabra, cada una absorta en su tarea. Pero si alguien se acerca y las observa podrá escuchar como, muy bajito y al unísono, tararean canciones de su juventud.  Por supuesto que no hay que preguntarles la edad, sería una descortesía, pero, si la curiosidad nos puede, solo hay que entablar una conversación para sumergirnos de pleno en los años 40.
La música y la danza fue lo que las unió (también la falta de dinero, aunque, esto, ellas lo dejan en el aire). Se conocieron cuando tenían 15 y 16 años y entraron de coristas en el Moulin. No fueron los años de mayor esplendor del cabaret, la ocupación alemana había entristecido la ciudad. Aunque, por sus miradas cómplices, seguro que fue una época apasionada; los nombres de enamorados pasean por sus pupilas y la voz de Piaf surge de sus labios y nos impregna del humo del tabaco, del sonido del cristal  de las copas, del olor de los amores de cinco minutos, del  rojo de los corazones rotos. Una década llena de historia, para ellas y para el mundo. Hasta que  llegó el día en el que ya eran mayores para el espectáculo y tuvieron que volver a una realidad a la luz del sol, en la que los reyes eran los hombres y en la que no había banda sonora. Y el tiempo se fue comiendo a dentelladas sus vidas, hasta llegar a hoy, a este lugar, a esta hora en la que, con la puesta de sol, vuelven a su casa, la misma, esperando que mañana  puedan venir juntas a refrescarse los pies a la fuente y que una curiosa, como yo, se acerque y las invite a revivir la época más feliz y libre que recuerdan.