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martes, 6 de diciembre de 2011

Relato finalista del concurso Relatos Brevísimos Mimosa


Las protagonistas de este relato son mujeres que quise y odie mientras leía los libros, de los que eran protagonistas. Libros escritos por autores a los que adoro y envidio, por partes iguales.
Gracias a ellas disfrutaré de una noche, espero que de amor, en un hotel maravilloso, de una ciudad maravillosa.

Al otro lado del jardín
Hay mujeres que tienen suerte en el amor y la desperdician. En aquel patio de manzana se juntaron algunas. En el primero vivía Fermina Daza, que pasaba sus horas leyendo con indiferencia las cartas de Florentino. En el segundo lloraba insatisfecha Madame Bovary, por su cobardía, por su desamor. Y el tercero y último lo habitaba Ana Ozores, vilipendiada por enamorarse del canónigo D. Fermín.
La felicidad, sin embargo, se concentraba en la casa de una planta que cerraba el acceso al jardín y en la que pasaban sus días gozosos Angustias, Magdalena, Elena, Martirio y Adela que regentaban, como buenas hermanas, el prostíbulo “Las Bernardas”.
A veces, los latidos del amor solo se manifiestan en un centímetro del cuerpo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Felicitación de Navidad

Sara Lew me propuso hacer una cadena de micro-tarjetas de Navidad; esto es: escribir un microrrelato original sobre las fiestas (navidad-año nuevo-reyes) y hacer con él una tarjeta (ilustrarlo, añadirle una foto, hacer un collage  o un garabato, usar cualquier técnica que nos apetezca) y enviarlo de regalo a otro microrrelatista amigo.
El que recibe la tarjeta la publica en su blog con el vínculo del blog de la persona que se la envió. Y también puede publicar la que ha creado para regalar. Bueno, como cada cual lo considere oportuno :- (Palabras textuales de Sara)
Me parece una idea estupenda, así  que aquí tenéis la que me envío ella;  y yo envío la mía (si me aclaro).

jueves, 1 de diciembre de 2011

Entre tus manos

11.30 de la mañana, llego tarde. Cojo aire y comienzo a correr. Tres... dos... Una calle, y ya estoy delante del portal. Unos segundos para recuperar la respiración y puedo subir al ascensor. Me miro en el espejo, me peino y doy el visto bueno. Abro la puerta y el incienso me envuelve y transporta a otro lugar. Espero. Sigo esperando. Diez minutos más y puedo pasar a la habitación. Dejo el bolso, me quito los zapatos, el vestido ¡Uf, llevo tanga! Me acuesto dando la espalda y junto los muslos todo lo que puedo. Le oigo llegar. Me saluda, le saludo y, aunque no veo su cara, sé que sus ojos recorren mi cuerpo; aprieto más las piernas. ¡Qué vergüenza! Hoy no soy capaz de mantener una conversación, le dejo hacer en silencio.
Acaricia mis hombros, quiere abrir mis alas para que las palabras fluyan en el papel y, sin embargo, yo solo puedo concentrar mi atención en sus manos, cuando estas llegan al final de mi columna, y en sus palabras, que se interrumpen cuando llegan a ese punto. A un hilo de tela podríamos hacer realidad la tentación que hemos evitado día a día.  Puede hacer lo que quiera, hoy es mi dueño. Imagino que sus dedos apartan esa pequeña barrera,  mientras gotas de sudor se evaporan y empapan las paredes, y una fina niebla cubre la estancia. El deseo y el placer mandan. Suena el dong del final de la sesión y un profundo suspiro sale de nuestros labios y viaja por la consulta, estremeciendo a pacientes y "maestros", que comparten, con nosotros, un gran orgasmo tántrico. Me despido sin mirarle a los ojos, no me interesa conocerle, la realidad mataría a la fantasía. Él ya sabe que volveré.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Espíritu vengador

Aprovecha que está dormido, y sus ronquidos amortiguan el sonido del teclado, para hacer una llamada de auxilio, no sabe a quién. Hasta ahora ha podido controlarla, pero sabe que esa sombra oscura que la persigue cada vez se adueña de más partes de su alma y teme que un día despertará y habrá desaparecido para dar paso a ese demonio que la acecha. Tiene miedo, cada día se levanta y sigue la misma rutina y cada día, cuando abre el botiquín, ve un tarro nuevo y no recuerda cómo ha llegado a parar ahí. Y se pregunta...
-¿Qué pasará mañana?¿Me levantaré y sabré hacer el brebaje perfecto para que él muera y nadie descubra mi culpabilidad?
Y así será.
Juré vengarme, pero no puedo más. Nunca pensé que me convertiría en una asesina, ni que tuviera que eliminar a tantos, pero alguien tiene que hacer algo; asumo que la furia de los dioses caiga solo sobre mí. Él me mató y, ahora, yo los mato uno a uno. Me apodero del cuerpo y la mente de las víctimas y las libero de su verdugo y de su culpa, borrando todo rastro, todo recuerdo.  Pero quiero que esté cerca el día en el que las torturas, las muertes, acaben y así poder descansar en paz. Y si no, que, por fin, los hombres tomen mi relevo.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Otro relato para Relatos Brevísimos Mimosa

Caída libre

Oigo los gritos de los vecinos pidiendo que no lo haga. Mi madre, a mis espaldas, suplica mi clemencia pero yo ya estoy dispuesta; así que la balanceo cogida por las orejas y canturreo,
-la tiro o no la tiro, la tiro o no la tiro...-
¡Hecho! La lanzo por los aires mientras observo cómo cae en mitad del patio. Tan solo unos segundos de suspense. Por fin se mueve, está viva. Un suspiro de alivio recorre la manzana. Y triunfal me giro y le digo,
-ves Mamá como si que tienen siete vidas.-









martes, 22 de noviembre de 2011

Relato para el concurso "La otra Navidad"


Por fin, Felices Fiestas


Nunca olvidaré las navidades de 1989. Se cumplieron mis deseos. Los reyes (mi madre) nos trajeron el regalo más preciado.  A mí me tocó la mano derecha, con la que él golpeaba con fruición mi cogote;  Luis recibió la mano izquierda, con la que papá acariciaba a escondidas su sexo; a María la aguardaba su pierna izquierda, pierna que terminaba con el pie que se incrustaba en sus costillas si papi no recibía la respuesta adecuada,  y  Lucía sonrió al desenvolver el pie derecho, con el que él borraba su sonrisa de bobalicona. Pero el mejor regalo le correspondió a mi mamá. Sí, es lo que pensáis, sí, le tocó su cabeza, aquella cabeza con ojos de mirada terrible, con aquella boca de insultos sin fin, de mordiscos, de lengua áspera que limaba su piel hasta hacerla sangrar. Desde ese día fuimos, por fin, una familia feliz. El día 6 de enero completamos el cuerpo en su sillón favorito. Y desde entonces, cada festividad, lo sacamos como al resto de los adornos que decoran la tranquilidad de nuestra casa. Y, aunque ha menguado y ya no es el mismo, es el preferido por todos.

________________________________________________________________Si queréis participar en el II Premio de Poesía Amatoria, Gozosa y Creativa, encontraréis más información en http://www.hipalage.com/cartel-tallerdepoesía-hipalage-ok.pdf   o en   http://www.hipalage.com/

domingo, 20 de noviembre de 2011

Concurso Relatos Brevísimos Mimosa

He participado, con siete relatos, que voy a ir dejando aquí, en un concurso en el que el tema de los microrelatos era Un patio de manzana. Ayer me llamaron para decirme que el viernes tengo que ir a Barcelona a recoger el premio, y que ya me llamarán para organizar el viaje.
Me puse tan nerviosa, porque, como me pasa muchas veces, lo había intuído hacía 10 minutos,  que no me enteré si me dijo si era el primer premio o finalista. Ya me lo aclararán.
Bueno, aquí tenéis el primero, que no el ganador.

Patio de difuntos
De todos los tendederos del patio de manzana, los de nuestra finca eran los peores. Las ventanas eran tan bajas que si querías tender en el último cordón te arriesgabas a perder el equilibrio y caer al vacío. Y eso le pasó a la vecina del quinto. Una escena triste y curiosa. Parecía que la mujer, cuyo cadáver descansaba en la terraza del entresuelo, observaba el balanceo de la manta, que minutos antes tenía entre sus manos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cultura off, cultura on

Si no voy al teatro, me muero.
Si no voy al cine, me muero.
Si no leo un libro, me muero.
Si no veo una exposición, me muero.
Me muero sin la cultura.
Me matan sin la cultura.
Me callan sin la cultura.
Me callan con los deportes.
Me embalsaman con un pisito.
Me embalsaman con el colegio privado.
Me embalsaman con las relaciones sociales.
Y al final, me embalsaman con lo que me gano, pero, no, con lo que me merezco.
Adios cultura.
Adios criterio.
Bienvenido don Dinero.

jueves, 17 de noviembre de 2011

20N



He elegido la margarita más grande del jardín. Espero que, mientras la deshojo, alguien me libre de la responsabilidad y me libere de mis obligaciones. A la espera me pregunto ¿voto o no voto? El último pétalo me condena a lo que mi conciencia me ha dictado día tras día, elección tras elección, VOTARÉ.
Reconozco mis defectos, reconozco el masoquismo que se apodera de mi persona y me empuja a actuar a la inversa. Esta noche, arrastrada por mis neuronas, he visionado la película Margin Call. Nada mejor para abrir los ojos y entonar el "mea culpa".
No quiero ser una avestruz más del corral, no quiero que me lapiden con la cabeza bajo tierra.

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 Para cambiar de tema, y si os apetece,  aquí podréis escuchar a La Voz Silenciosa leyendo el relato Sabor a plasma

lunes, 7 de noviembre de 2011

Firma

Sabía que estaba contenta, pero intuía que había algo que la disgustaba. La lectura del cuarto relato en la radio la decidió a decirme lo que pensaba.  Sí, estaba orgullosa, me animaba, como siempre, a seguir escribiendo pero... cuándo pensaba dar mi nombre completo.  La obedecí en el acto, buena es mi madre, y a partir de ese día firmo con mi nombre y mis dos apellidos.
Así que, mamá, si se comen el tuyo, que sepas, que no es cosa mía. 



Ha sido toda una experiencia escuchar a La Voz Silenciosa leer mis relatos "Sueño de espera" y "El amor a la altura de un par de zapatos", que, por supuesto, me ha encantado. Aquí os dejo los enlaces por si os apetece oírlos.


                                                       Aquí La Esfera Cultural



                                                    Aquí La Esfera Cultural

viernes, 28 de octubre de 2011

Sabor a plasma


Enloquezco y en este momento querría abrir la puerta, lanzarle una última mirada que le destrozara el corazón y no volver los pasos, la vista, atrás. Días y días siendo víctima de su tortura. Ni una palabra, ni un beso, ni una sola muestra de deseo, amparándose en una tristeza, un desánimo, que ahora descubro que desaparecía cuando las yemas de sus dedos acariciaban la S, E, X, O, del teclado que le conectaba con su fantasía.  
He sufrido la indiferencia del que, escondido en el oasis de su estudio, paladea la oportunidad única de elegir el rostro, el cuerpo, el nombre, de una mujer que se desnuda solo para él, que entreabre los labios, los muslos y promete obedecerle y cumplir sus deseos al precio que marque el contador de la Visa. Una realidad sórdida ante el plasma, que clava alfileres de dolor en cada uno de los poros de mi piel que han suplicado una caricia.
Él no entiende, no es para tanto. Una ganga domiciliada, susurra. Si no se paga en efectivo, no hay pecado. Si no se mezclan los fluidos, no hay engaño.
Me desprendo del peso de una culpa que no es mía. Me voy. Tal vez encuentre a quien le guste ver y disfrutar de mi cuerpo en  tres dimensiones con su olor, su sabor,.. su tacto. A quien prefiera la recreación ante una imagen que no se desvirtúa si falla la conexión, a navegar por imágenes eróticas con rebobinado y pausa, o por páginas con luces de neón y listados de mercancía al por mayor.

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Si queréis escucharlo leído por La Voz silenciosa pinchar aquí

miércoles, 26 de octubre de 2011

Hombres gota


El Triángulo de las Bermudas es una leyenda, la explicación de las desapariciones está en un hecho meteorológico. El vapor del mar, en las horas cálidas de los meses de verano, pesa más que el cuerpo de los marinos que surcan el mar y los eleva hasta las nubes. Así comienzan un viaje que los llevará a tierras inhóspitas donde caerán sumergidos en las primeras gotas de lluvia del Monzón. Los habrá que acaben en los ríos, los que americen en un charco callejero o los que aprovechen los paraguas que surcan los cielos para aterrizar sobre campos cubiertos de amapolas.Ya sabemos que el agua, si no escasea o se desborda, solo puede traer sorpresas agradables.




viernes, 21 de octubre de 2011

A tiempo

Paquita de 74 años y Desiderio de 96 hicieron el amor por primera vez. Los dos, tras dedicar su vida a la “Obra”, solo conocían el cuerpo consagrado que cada domingo tomaban en misa. Una rareza que aquella residencia fuera mixta y una suerte que fuera el destino de sus jubilaciones. Un “acto milagroso” que solo conoció su confesor y que, ambos, atribuyeron a los designios de Dios.
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Reescritura del relato ganador de esta semana del Hoy por Hoy Radio Castellón

sábado, 15 de octubre de 2011

Se hizo la luz

Los comentarios cesaron cuando ella entró por la puerta. Iba vestida con un mono naranja, demasiado vistoso para la ocasión, pero era lo que marcaba el protocolo. Se sentó frente a ellos, los miró uno a uno y dijo sus últimas palabras "De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho desaparecer antes".  Una mano "inocente"  apretó el interruptor,  la luz cegó a los presentes y, tras unos pequeños espasmos, la mujer fue víctima del ojo por ojo.

viernes, 14 de octubre de 2011

La sombra desconocida


Tumbada al borde del mar el viento refresca mi piel. El pareo va dejando al descubierto mis muslos, los separo; mi ombligo, alguien lo besa; mis pechos, el aire cálido los acaricia. Susurra palabras de amor en mi oído y mis labios, hambrientos, buscan su boca. El salitre condimenta su sabor. Mi cuerpo se diluye en el suyo. Unas voces que se acercan rompen el hechizo. Quiero verle la cara pero la luz cegadora lo transforma en una sombra que huye hacia las dunas. Las olas borran su rastro y solo queda el recuerdo de una pasión, con el nombre y el rostro que aparezca en mis sueños.

viernes, 7 de octubre de 2011

Y fueron felices...

El amor es una incógnita. Hay quien cree en él mientras dura la pasión y los hay que piensan que empieza cuando ésta acaba. El único ejemplo cercano en el que quiero creer es el suyo, en el de mis padres. Y voy a poner un ejemplo.
Suena el teléfono y mi madre, apresurada, descuelga. En sus labios se dibuja una sonrisa, seguro que quien la llama es mi padre. Comienza una retahíla de "sí", "yo también", "cariño", risas, susurros, palabras a medias y, todo, acompañado del rubor de sus mejillas. Ella le pregunta si ha probado su comida y él le dice que sabe a ella. Una carga sexual tras tantos años, confirman que el amor y el sexo perduran tanto como queramos.
No creo ni necesito que la pareja sea eterna, pero, ¿porqué no un amor puede durar tanto como una amistad, si dicen que solo hay que abonarlo?
Me niego a que mi condena comience a los 60. Nací para ser una geisha y no permito que nadie ponga fecha a mi declive.  Amo y, a veces, a mi corazón le duele, pero, si no dejo que ni un pensamiento influya en mi cuerpo, follo y tantas veces disfruto. Mi cuerpo y mi mente son dos, y no siempre quiero que discurran en una recta, sino que transiten en paralelo.
Las perdices para  otros, yo, mientras, prefiero comerme las bellotas.




martes, 4 de octubre de 2011

Marie y Dominique



Arco de Triunfo del Carrusel (París)



Cada día Dominique y Marie van a pasar la mañana al Louvre. Si es invierno, se refugian al calor de la cafetería del museo y, si es verano, se refrescan metiendo los pies en la fuente. Dominique, la más joven y presumida, se entretiene haciendo collares y pendientes de abalorios. Y, Marie, la mayor y más seria, pasa el tiempo haciendo flores con su ganchillo. Pocas veces se dirigen la palabra, cada una absorta en su tarea. Pero si alguien se acerca y las observa podrá escuchar como, muy bajito y al unísono, tararean canciones de su juventud.  Por supuesto que no hay que preguntarles la edad, sería una descortesía, pero, si la curiosidad nos puede, solo hay que entablar una conversación para sumergirnos de pleno en los años 40.
La música y la danza fue lo que las unió (también la falta de dinero, aunque, esto, ellas lo dejan en el aire). Se conocieron cuando tenían 15 y 16 años y entraron de coristas en el Moulin. No fueron los años de mayor esplendor del cabaret, la ocupación alemana había entristecido la ciudad. Aunque, por sus miradas cómplices, seguro que fue una época apasionada; los nombres de enamorados pasean por sus pupilas y la voz de Piaf surge de sus labios y nos impregna del humo del tabaco, del sonido del cristal  de las copas, del olor de los amores de cinco minutos, del  rojo de los corazones rotos. Una década llena de historia, para ellas y para el mundo. Hasta que  llegó el día en el que ya eran mayores para el espectáculo y tuvieron que volver a una realidad a la luz del sol, en la que los reyes eran los hombres y en la que no había banda sonora. Y el tiempo se fue comiendo a dentelladas sus vidas, hasta llegar a hoy, a este lugar, a esta hora en la que, con la puesta de sol, vuelven a su casa, la misma, esperando que mañana  puedan venir juntas a refrescarse los pies a la fuente y que una curiosa, como yo, se acerque y las invite a revivir la época más feliz y libre que recuerdan.

martes, 27 de septiembre de 2011

Sueño de espera

Lo conocí en la iglesia, estaba sentado dos filas por delante. Llamó mi atención porque era el único que tenía el pelo color rojo, una rareza en mi pueblo. Esperé al termino de la misa para verle la cara. ¡Qué mirada! Se cruzó con la mía y me dejó sin aliento. Así comenzó nuestro amor, domingo tras domingo. Unos me sentaba en primera fila para que con su aliento acariciara mi nuca cuando se arrodillaba, otros nos sentábamos en el mismo banco y  rozaba mi mano cuando volvía de comulgar. Un baile de roces, suspiros, miradas. Por fin se decidió y se acercó a saludar a mis padres, acompañado por el cura, el mejor aval de aquellos años. Y empezaron los paseos por el parque, en la compañía de mi hermano mayor; las visitas a tomar café y jugar a las cartas y las despedidas interminables a través de la ventanita enrejada que tenía el portón.  Así pasaron ocho años hasta que, una vez acabada la milicia, pudimos casarnos. Le quería tanto. Le quiero tanto. Un pelirrojo apasionado con el que he tenido cuatro hijos. Sesenta años de matrimonio, y no ha habido día que no espere a que vuelvas del campo, sentada al fresco del zaguán y con el portón abierto de par en par.
             

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  Bella durmiente en Arcos de la Frontera

lunes, 26 de septiembre de 2011

Desahucio

Tiró a la basura las llaves, de tanto ímpetu que le dio a la bolsa. Se quedó mirando al contenedor,  esperando verlas aparecer por la ranura de la tapa. Pero, no, prefirieron mezclarse con los deshechos y dejarla en la calle. ¡Qué aventura! Seguro que, después de la discusión que habían tenido, no le iba a contestar ni al teléfono, ni al portero automático. Trepar por los balcones, imposible con su vértigo. Así que esperó a la llegada de un vecino para colarse en el portal. Pasó la noche contando las horas que faltaban para que él saliera a trabajar. Llegó la hora, se abrió la puerta, ella lo empujó, se coló en casa, dio un portazo y pasó el cerrojo. Esta vez no le había mirado a los ojos, ¿sería capaz de cambiar la cerradura? A fin de cuentas, aunque el director del banco ya se hubiera instalado, el piso todavía era suyo.

____________________________________________________________Después de haberlos escuchado, entiendo porqué leyeron en RCCS el relato de Nicolás y porqué ganó el de CDG.
Enhorabuena!!!!!

domingo, 25 de septiembre de 2011

Abrazo


Dejo pasar las horas con la mirada fija en sus manos. Me gustan. No son muy grandes, pero sus nudillos me parecen tan masculinos. A veces su voz me aparta de mis sueños. Es un momento mágico. Estamos sentados en el mismo sofá, bajo la luz anaranjada de la lámpara, y con la voz de Charlie Parker como banda sonora. Sobran las palabras. Nos abrazamos; él sabe que debe apretar hasta dejarme sin aliento. Me besa y susurra que me quiere. Al sentir su aliento cálido me estremezco. Y, de nuevo, mi cuerpo y mi cabeza se ponen de acuerdo: no puede haber nadie más.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Eros

Sus dedos se enredan en mi pelo al apartarlo de mis ojos. Acaricia mi nuca y con un dedo recorre mi espalda. Coge mis caderas y acerca nuestros cuerpos. Me abraza. Noto su aliento en mi oreja y me estremezco.
Me besa los hombros, el cuello, la mejilla, y mis labios, ansiosos, buscan los suyos. Me doy la vuelta y pego mi pecho, mi vientre, mis muslos. No quiero que quede ni un centímetro de mí que no roce su piel.
Le beso, primero con cuidado, luego le beso apretando nuestras bocas. Mojo sus labios y nuestras lenguas se encuentran y comienzan un juego que acelera nuestra respiración. Me lo quiero comer.
Su pene crece, se endurece y mi clítoris empieza a latir. Los acariciamos, los besamos, los chupamos.
Quiero que esté dentro de mí. Me siento a horcajadas encima de él. Me penetra y una ola de calor sube por mi columna hasta mi cara. Y comienzo a moverme, primero lentamente para acompasar nuestro ritmo y, poco a poco, el movimiento se vuelve más rápido. Pone una mano en mi pubis y la otra en mi espalda dirigiendo mi cuerpo. Noto el calor de su mano. Pregunta si la siento, si me gusta. Le vuelvo a besar... sus labios están ardiendo.
Ya no puedo más y se lo digo. –Sigue-. Al oír su voz me abandono. mi cuerpo se arquea y ya no oigo nada. Un minuto en el que estamos solos su pene y mi orgasmo. Mi mente se nubla de placer.
Después la calma, el silencio, las caricias y las prisas. Se viste, me visto, nos vamos, nos besamos. No le pregunto su nombre.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Mi vida con Millás


                                                  Imagen del libro Elecktroschutz

La nevera
¿Cuántas veces habré oído? "No abras la nevera si vas descalza, acuérdate de Carmen, que murió electrocutada". Y, aún así, sigo jugándomela de vez en cuando, esperando volver a tener suerte y que a mí no me toque.
Ana C.

A+/- a 1 cm del final
http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/ventana-primera-hora-2010/seresc/20100205csrcsr_12/Aes/%3ELa

jueves, 22 de septiembre de 2011

La Huida

La cena se enfriaba en la mesa y, por más que te llamaba, no me hacías caso. Así que con manos temblorosas fui retirando los platos, los cubiertos, pero dejé tu copa. Me vestí, maquillé las señales de dolor, vacié la caja fuerte, dejé una nota de despedida y abrí la puerta de la calle. Al oirte gritar -¿dónde está la cena?- di un portazo y salí corriendo. Imagino que te extrañó el sabor a almendras amargas del vino, pero es que  lo pusiste en bandeja cuando, delante de todos, me dijiste -si me dejas, me mato-. Ahora, gracias a ti,  estoy a salvo, nadie me busca, y, tú estás más que muerto y enterrado.

                                         Cementerio de Estambul

Mi cuerpo


                                                                               Marilele

¡Qué envidia me da el cuerpo de mi sombra!
Tan delgado, tan alto, tan moreno.

martes, 20 de septiembre de 2011

El Coleccionista

Dos palmadas en el culo, otras dos palmadas más fuertes en el culo. Está detrás, me dobla el brazo y lo retuerce. Me empuja contra la pared y me golpeo la cabeza; me he hecho daño. Me quejo, me da la vuelta y me abofetea. No le miro, me da miedo. Separa bruscamente mis piernas, me cuesta no caer. Me muerde los labios hasta que sangran, lloro. Lame mis mejillas, mis lágrimas. No quiero sentir su aliento en mi cara. Me ata las manos a la espalda y comienza a olerme la boca, el cuello, los pechos, el ombligo, el pubis, quiero golpearle para que pare. Lo sabe, me mira, sonríe y  vuelve al pubis. Me tira al suelo, me arranca la ropa. Grito aterrorizada. Me arrastra hasta el baño, sé lo que me espera. No quiero que me duela, porfavorquenomeduela. Está contento, se ríe, me va a matar. Me mete en la bañera, acerca el cuchillo a mi cuello y noto un dolor insoportable. Oigo cómo la sangre sale a borbotones. No puedo respirar, quiero que esto acabe. Estoy muy cansada, tengo sueño, me duermo. Sé que cumplirá su promesa, me coserá los párpados y me dejará junto a las otras.



Falté a la promesa, la dejé junto a las otras pero aún no le he cosido los párpados, tiene unos ojos verdosos tan bonitos que parece que me miran como si aún estuviera viva. Viva. Eso es lo que le gustaría a su madre. Si supiera cuánta razón tenía cuando le gritó, cansada de advertirle que no fuera sola, ¡tú sabrás lo que haces! Por que lo supo, ya me encargué de que se enterara del riesgo que trae salir sola de madrugada. ¡Qué inocente! La cara de alivio que puso cuando me reconoció, al otro lado de la calle. Le faltó el tiempo para llamarme y pedirme si podía acompañarla hasta casa. ¡Cómo no! Diez años esperando a que la vecinita creciera y, por fin, había llegado la gran noche. 17 tiernos y voluptuosos años entre mis brazos. Un peso pluma para atar, arrastrar, desangrar. Y esos gritos tan infantiles llamando a su mamá, suplicando que la oyera su papá. Papá, mamá, mis grandes amigos, ahí  están, esperándola al otro lado del tabique. Cuando acabe el desayuno, les daré un besito a todas y pasaré a consolarlos. Es tan gratificante ayudar a un amigo.


Menos mal que ha venido a hacernos compañía, solos nos estábamos volviendo locos. Tan locos que anoche creí oírla, fue como un susurro que me llamaba, que llamaba a su padre.  Parecía que su voz viniera de la casa de al lado. Una alucinación que no he querido contar. Qué me diría él, que la quiere tanto. Tanto  que he llegado a pensar que la quiere más que si fuera su propia hija. Pasa su mano por mi espalda, lo abrazo, nos quedamos en silencio.  Noto cómo caen sus lágrimas sobre mi pelo, me reconforta y me da lástima. Cuántas veces le oí bromear con ella y decirle ¿a que cuando seas mayor te casarás conmigo?  Me siento tan culpable. ¿Por qué no cerré la puerta con llave y le prohibí salir? ¡Qué va a saber ella lo que le puede pasar! ¡Es tan confiada! ¡Hay mi niña, dónde estará mi niña! No aguanto este dolor, me quiero morir. Sé que le han hecho daño, que está muerta. Nunca aparecen vivas. A veces, ni sus cuerpos aparecen.

Alguien la ha hecho desaparecer. Observo a todos como si, cada uno de ellos, fuera el sospechoso. No puedo evitar recordar todos los casos que salen en las noticias. En la mayoría, el culpable es un conocido. Mi mujer llora desconsolada, pero yo no puedo, tengo que vigilar por si veo algo raro que me dé una pista. La policía nos ha dicho que pensemos quién sería capaz de llevársela. Y he hecho una lista de todos nuestros amigos, familiares, de sus amigos, de sus compañeros y todos me parecen inocentes y culpables. No quiero pensar en nada más, no quiero pensar en que si la hubiera acompañado no sentiríamos este miedo, que ella estaría aquí. Como siempre, como cada día, con nosotros tres. Lo miro y me doy cuenta de que su presencia es importante en nuestras vidas. Pocas veces han pasado más de dos días sin que visitara nuestra casa. Es un buen amigo. Lo curioso es que a medida que voy tachando nombres, por ridículos e  imposibles, cuando llego al suyo me lo salto. No sé porqué pero lo dejo para más adelante.


He vuelto a casa con ellas, aquí es donde me siento más seguro. Creo que le voy a coser los párpados, ahora sus ojos me miran como los de su padre. Hoy he notado cómo la duda aparecía en su mirada. Dentro de nada la sospecha le llevará a dar mi nombre a la policía. Ingratos, dónde mejor que conmigo puede estar ella. Nadie las ha cuidado tanto como yo. Aquí están, cada una en su camita. Incluso algunas, para que no se sientan solas duermen juntitas. Tan bonitas, tan quietas, tan calladas, tan dóciles. Como a mí me gustan las mujeres. No nos separaran, lo tengo todo planeado. Aparto los muebles, extiendo la alfombra, las tumbo formando un círculo y me acuesto en el centro. He dejado cerca de mis manos lo que necesito, así que sujeto los párpados, empujo la cuchara y  haciendo palanca  hago saltar mi ojo izquierdo. Hago lo mismo con el otro ojo. El dolor es insoportable pero no quiero, si sobrevivo, ver nada más que no sea a ellas. Alargo la mano y cojo el cuchillo. Me corto las venas de las muñecas, tengo que ser rápido, tengo poco tiempo antes de perder la conciencia. Me despido nombrándoos una a una y rebano mi cuello. Con toda esta sangre,  vuestra ropa se empapará, y estaremos más cerca que nunca. Cuando nos encuentren pensarán que estaba loco, les parecerá terrorífico ¿es que no saben hasta dónde se puede llegar por amor?

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El padre insiste, quiere que hablemos con el vecino. Desde la última vez que estuvo en su casa, ya han pasado cuatro días y, en 15 años, nunca han estado tanto tiempo sin verle. Llamo a la puerta, espero un par de minutos y vuelvo a insistir. Ni abre, ni oigo nada al otro lado. Decido preguntar a los otros vecinos si lo han visto y la contestación es negativa, además de coincidir que les resulta muy raro. Es un hombre metódico, con las mismas costumbres desde que lo conocen.  La única persona que tiene alguna noticia es acerca de un paquete que le han dejado para él. Decido abrirlo, han pasado demasiados días y no tenemos ninguna pista de dónde puede estar la joven. Me sorprendo al ver lo que hay dentro, es ropa de mujer. Cinco conjuntos de ropa juvenil. Es demasiado extraño, ¿para qué quiere esa ropa si no tiene familia, si vive solo? Creo que debemos entrar en su casa.


Fuerzo la cerradura y al abrir la puerta un olor nauseabundo lo invade todo.  Llego al salón y lo que  veo es espeluznante. El cuerpo del vecino querido descompuesto y rodeado de cinco jóvenes que parecen seguir con vida. Me acerco, les tomo el pulso. Están muertas. Las reconozco a todas, cada una de las caras de los cinco casos que teníamos sin resolver. Y aquí están tan bien vestidas, tan bonitas, tan tiernas, tan deseables.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El personaje de mi familia


Está aquí, a mi lado, roncando como un bendito. Bajito de estatura y con un pronto, tímido y malhumorado, nadie diría lo que da de sí. Mi marido, mi esposo, el personaje de mi familia. Cariñoso en la sombra, cantarín en su tierra y criticón desmesurado en la mía. Amigo leal y enemigo a muerte. De taquero empedernido, de - ¡Hijo Puta!- no baja, a amante de las letras mayores. Consecuente hasta el límite. Jamás nos aburre, pero avergonzarnos con su falta de autocontrol, eso sí, lo hace un rato.









Millás ha leído este relato en La Ventana de la SER.
Minuto 41.54
http://www.cadenaser.com/cultura/audios/escucha-hora-millas/csrcsrpor/20111014csrcsrcul_5/Aes/

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El amor a la altura de un par de zapatos

http://www.youtube.com/watch?v=qK4TyOcOqbs A 2.16 minutos del comienzo
Mientras en la radio sonaba Camarón cantando "Te voy a hacer unos zapatitos del ala de mi sombrero", ella buscaba el amor, aunque durara un suspiro, en esas calles estrechas, enmarcadas por los cierros de sus balcones. Y se topó con él de frente. Ahí estaba, tras el cristal, esperándola. Cinco minutos de presentaciones, lo justo para saber que era la horma de su pie y convertirse en su dueña bajo pago. El color y la suavidad de su piel aterciopelada prometían un largo futuro. Su altura la ayudaría a caminar con paso firme o levitando a 10 centímetros del suelo. Y en los instantes de pasión sería el complemento perfecto y sensual de su desnudez. Una fantasía de 100 euros en monedas, de color nazareno y grana. Un par listo para dar el estoque, al bravo que se cruce por nuestro camino.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La Isla de León

                                            Playa de La Caleta (Cádiz)  


Febril etílico atardecer en Cádiz. Los pelos como escarpias al son de unos cantes de Huelva. Mis dedos  huelen al mar de unas gambitas. El "Arroyuelo" destila por mi garganta. Dos horas de pasión en un minuto. Tres escalones y escucho a Camarón. La noche de San Fernando me lleva a Fenicia. Andalucia me hace el amor y yo, bajo la luna, lloro.

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Si queréis escucharlo por La Voz Silenciosa pinchar aquí

martes, 6 de septiembre de 2011

Ensayos de "El coleccionista"



PRIMER ENSAYO
Sus ojos
¿Por qué me mira así? El amor con las muertas tiene eso, ni siquiera te miran con terror. A la próxima, cuando la embalsame, le coseré los ojos.


SEGUNDO ENSAYO
Post mortem
¿Por qué me mira así? Le grito -¡Cierra los ojos!- y no me responde. Me he portado como ellas esperan que lo haga un hombre. La he tumbado suavemente en la cama, le he susurrado que la quiero, la he besado hasta tener los labios doloridos, he acariciado su cuerpo de arriba abajo, le he hecho el amor una y otra vez y aún así sigue con esa mirada, a la próxima le coseré los ojos cuando la embalsame.

TERCER ENSAYO 
Ella sabrá lo que hace
¡Ella sabrá lo que hace!,  gritó su madre. Y lo supo, ya me encargué de que conociera los peligros de la madrugada. ¡Qué inocente! La cara de alivio que puso al verme, al otro lado de la calle. Le faltó el tiempo para pedirme que la acompañara hasta casa. ¡Cómo no! Diez años esperando a que la vecinita creciera y, por fin, había llegado la gran noche. 17, tiernos y voluptuosos, años entre mis brazos. Un peso pluma para atar, arrastrar, desangrar. Y ahí está, junto a las otras, tan bonitas, tan dóciles, tan calladas. Como me gustan las mujeres.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vendaval de micros


Sus manos, mis fantasías
Entro sola en la habitación, me quito la camisa y me tumbo bocaabajo. Al poco escucho sus pasos, que se acercan a la camilla. Pide que me desabroche el pantalón y lo coloca más abajo de las caderas. Contengo la respiración. Acerca sus manos a mi cuerpo, recita unas palabras en voz muy baja y comienza el masaje. Tiene las manos fuertes, tibias, y las palmas ásperas. Con ellas recorre mi espalda, desde el coxis hasta la nuca, con una ligera presión. Imagino que son caricias. Me asusto, ¿puede leerme el pensamiento? Me relajo, ¿qué más da? Si sabe lo que pienso, seguro que le gusta. ¿A quién no? La fantasía dura 20 minutos, cada día lo alarga un poco más. Ayer añadió los brazos y hoy los pies, ¿el próximo miércoles pedirá que me de la vuelta?
De momento, me conformo. El sábado, ya veremos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Este gordo






Este gordo ocupa mucho lugar y, además, es impotente. Una vez le retorzamos el cuello y lo desplumemos podremos hacer un caldo sustancioso. Si el gallo del corral ya no les sirve a las gallinas, lo mejor es que llenemos la panza con un buen asado.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Cuento de Navidad en La Ventana


¿Quién me cae mejor?
Desde las Navidades de mis seis años, me caen mejor los Reyes Magos que Papá Noel. ¿Cómo pudo llamar aquella tarde de Nochebuena a casa de mi abuela para decirme que si seguía desobedeciendo pasaría de largo? Los Reyes, sin embargo, jamás llamaron a mi casa, y eso que allí sí que me portaba mal.

Audio: +/-a dos centímetros del principio

http://www.cadenaser.com/cultura/audios/controladores/seresc/20101206csrcsrcul_12/Aes/%22%3ECONTROLADORES%3C/a%3E%3C/h1%3E%3Cimg

Mi vida en cien palabras


He pasado muchas horas de mi vida enamorándome, leyendo y escribiendo. Sobre mi infancia y adolescencia, sobre los amigos, los amores y, ahora, con 43 años, les mando relatos eróticos a mis amigas. A veces me siento culpable por no haber acabado la carrera, pero bueno, gracias a lo que he leído, soy correctora unas horas, otras pluriempleada de mi casa y, la mayoría del tiempo, intento divertirme. Me encantan las sobremesas largas y, de momento, hago el amor cuando tengo ganas. Vivo en una casa muy pequeña,  no tengo coche porque no conduzco y con poco dinero vivo bien. Si ya he llegado a la mitad de mi vida, estoy contenta. A partir de ahora, veremos qué pasa.

Cinco sentidos para matar

La bala, en la sien, la vista; el veneno en la boca, el gusto; los dedos en el enchufe, el tacto; el escape de gas, el olfato y el tic tac de una bomba, el oído. Cada uno lo he visto, saboreado, acariciado, olido y oído. Cinco víctimas, cinco sentidos.

Placeres que matan

La cena se enfriaba en la mesa mientras retozábamos en el suelo. Era nuestro 25 aniversario y, para celebrarlo, preparé una comida especial: crema de apio con virutas de gambas; unas bolitas de carne con azafrán, acompañadas de unas cebollitas cubiertas con un picadillo de jengibre, cardamomo y canela, y, como postre, unos pastelitos de miel y almendras. Ni lo probamos. Desde el momento que entraste en casa comenzamos una coreografía de labios, manos, piernas, lenguas que nos llevó de la pared a la mesa y de ésta a la alfombra. Debía ser el ambiente, cargado de las esencias que distribuí por toda la casa. Fue una noche memorable, tanto que, después de un año, aún recuerdo tu mirada aterrorizada mientras te daba el, segundo y fulminante, ataque al corazón.

Existen los milagros

Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros. Desde que leí esta frase en el tablón del Ayuntamiento de aquel pueblo abandonado, no consigo olvidarla. Aquel día fue milagroso para mí, conseguí que se encendiera el coche, que él me acompañara, que nos equivocáramos de desvío y llegáramos a aquél lugar, que él quisiera darse un baño en el río, que comenzará una lluvia torrencial, que no hubiera a quien pedir ayuda y que él desapareciera bajo las aguas.

Mis amigas y yo


Fela
 Recuerdo que apareció en el patio del colegio con su larga melena rubia, el azul de sus ojos, acentuado por su piel bronceada. Traía con ella el sabor del salitre, la quietud de las olas, el misterio del horizonte... el mar.

Gema
 No recuerdo el número de sus pecas, pero sí de sus abrazos, de nuestros juegos, de las confidencias, de la seguridad de tenerla a mi lado, de su cuerpo espigado y de su consecuencia consecuente.

Rocío
 Recuerdo la primera vez que la vi llorar, parecía un dibujo animado. Sus ojos se llenaban de lágrimas, que no desbordaban si no parpadeaba. La tristeza solo tenía lugar en aquellas pupilas verdosas.
                                                                             
Yo
 Recuerdo tu pelo negro y lacio, siempre brillante, tus manos pequeñas y alargadas, y tus ojos, penetrando en los míos para ver mis pensamientos. De Rocío.