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martes, 6 de diciembre de 2011

Relato finalista del concurso Relatos Brevísimos Mimosa


Las protagonistas de este relato son mujeres que quise y odie mientras leía los libros, de los que eran protagonistas. Libros escritos por autores a los que adoro y envidio, por partes iguales.
Gracias a ellas disfrutaré de una noche, espero que de amor, en un hotel maravilloso, de una ciudad maravillosa.

Al otro lado del jardín
Hay mujeres que tienen suerte en el amor y la desperdician. En aquel patio de manzana se juntaron algunas. En el primero vivía Fermina Daza, que pasaba sus horas leyendo con indiferencia las cartas de Florentino. En el segundo lloraba insatisfecha Madame Bovary, por su cobardía, por su desamor. Y el tercero y último lo habitaba Ana Ozores, vilipendiada por enamorarse del canónigo D. Fermín.
La felicidad, sin embargo, se concentraba en la casa de una planta que cerraba el acceso al jardín y en la que pasaban sus días gozosos Angustias, Magdalena, Elena, Martirio y Adela que regentaban, como buenas hermanas, el prostíbulo “Las Bernardas”.
A veces, los latidos del amor solo se manifiestan en un centímetro del cuerpo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Felicitación de Navidad

Sara Lew me propuso hacer una cadena de micro-tarjetas de Navidad; esto es: escribir un microrrelato original sobre las fiestas (navidad-año nuevo-reyes) y hacer con él una tarjeta (ilustrarlo, añadirle una foto, hacer un collage  o un garabato, usar cualquier técnica que nos apetezca) y enviarlo de regalo a otro microrrelatista amigo.
El que recibe la tarjeta la publica en su blog con el vínculo del blog de la persona que se la envió. Y también puede publicar la que ha creado para regalar. Bueno, como cada cual lo considere oportuno :- (Palabras textuales de Sara)
Me parece una idea estupenda, así  que aquí tenéis la que me envío ella;  y yo envío la mía (si me aclaro).

jueves, 1 de diciembre de 2011

Entre tus manos

11.30 de la mañana, llego tarde. Cojo aire y comienzo a correr. Tres... dos... Una calle, y ya estoy delante del portal. Unos segundos para recuperar la respiración y puedo subir al ascensor. Me miro en el espejo, me peino y doy el visto bueno. Abro la puerta y el incienso me envuelve y transporta a otro lugar. Espero. Sigo esperando. Diez minutos más y puedo pasar a la habitación. Dejo el bolso, me quito los zapatos, el vestido ¡Uf, llevo tanga! Me acuesto dando la espalda y junto los muslos todo lo que puedo. Le oigo llegar. Me saluda, le saludo y, aunque no veo su cara, sé que sus ojos recorren mi cuerpo; aprieto más las piernas. ¡Qué vergüenza! Hoy no soy capaz de mantener una conversación, le dejo hacer en silencio.
Acaricia mis hombros, quiere abrir mis alas para que las palabras fluyan en el papel y, sin embargo, yo solo puedo concentrar mi atención en sus manos, cuando estas llegan al final de mi columna, y en sus palabras, que se interrumpen cuando llegan a ese punto. A un hilo de tela podríamos hacer realidad la tentación que hemos evitado día a día.  Puede hacer lo que quiera, hoy es mi dueño. Imagino que sus dedos apartan esa pequeña barrera,  mientras gotas de sudor se evaporan y empapan las paredes, y una fina niebla cubre la estancia. El deseo y el placer mandan. Suena el dong del final de la sesión y un profundo suspiro sale de nuestros labios y viaja por la consulta, estremeciendo a pacientes y "maestros", que comparten, con nosotros, un gran orgasmo tántrico. Me despido sin mirarle a los ojos, no me interesa conocerle, la realidad mataría a la fantasía. Él ya sabe que volveré.