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sábado, 1 de diciembre de 2012

Taller de Nicolás

Los deberes consistían en escribir dos microrrelatos independientes que, a su vez, tuvieran que ver el uno con el otro, es decir, que las historias se entremezclaran.

Este es el primero que escribí:

En Texas no se libra ni Dios
ANGELRNAVA
Tras arduos interrogatorios, apoyados principalmente en el informe forense que redacté después de un exhaustivo estudio gestual de la detenida, el jurado llegó a la siguiente conclusión: ¡Culpable de homicidio! ¡Condenada a la pena de muerte! El intento, por parte del abogado defensor, de crear una duda razonable, presentando un recurso, amparado en el historial médico de la acusada, fue desestimado, por lo que la ejecución se llevó a cabo al mes siguiente. Llegado ese día, me ofrecí a acompañar a la familia de la víctima y así confirmarles que, en cuanto comenzó el ritual de preparación de la inyección letal, vi miedo y súplica en los ojos de aquella zorra tetrapléjica.
Y este es el segundo:
Me levanté con el pie izquierdo
Llevaba esperando horas a que la ATS, que tenía que venir a levantarme, hiciera acto de presencia. Desde las ocho, que era su hora de llegada, hasta las diez, hora que marcaba el reloj, habían pasado 120 minutos en los que mi desesperación e ira habían aumentado hasta colmar el límite de mi paciencia. Así que decidí estrenar la grúa, que dos días antes habían instalado sujeta a la cama y que se accionaba con mi respiración. Sople una vez y el mecanismo se puso en marcha. Di dos soplidos y el arnés, que colgaba de la polea y que me sujetaba, me levantó; tres soplidos y fue llevándome hacia el lado izquierdo, cuatro respiraciones y me dejó con delicadeza sobre la silla de ruedas que tenía junto a mí. Una acción tan agotadora que, cuando acabó todo, di un hondo suspiro sin tener en cuenta lo que significaba aquella orden. El asiento de la silla se levantó con tanta fuerza que me lanzó por los aires en dirección a la ventana, con tan mala suerte  que estaba abierta y su cristal no sirvió de freno. Diez segundos terroríficos de caída, a la espera del duro y mortal impacto con el suelo. Pero no fue así, caí en blando. De lo que ocurrió a continuación no recuerdo nada más que las sirenas de la ambulancia y de la policía y el cuerpo de mi enfermera debajo del mío.

11 comentarios:

Julio Cr dijo...

Tus relatos son demoledores, tan claros y directos, que uno acaba por pensar que todo sucede de modo inevitable. Desde la manipulación de la realidad y su imparable efecto del que somos espectadores atónitos (el primero) hasta el caprichoso encadenamiento de casualidades que nos aboca sin remedio a un fatal desenlace (el segundo). En ambos leo la mano invisible del destino. Siempre injusto. Siempre cruel. Siempre tranquilo ante nuestra impotencia. Al final, aunque llenos de angustia, o callamos y cerramos los ojos, o sacamos lo peor de nosotros y gritamos: ¡toma!, ¡por llegar tarde!

Felicidades por tu talento.

Sergio DS dijo...

Lamentable desenlace. Ambos.

TORO SALVAJE dijo...

Que habrá hecho la zorra tetrapléjica para ser condenada?

Seguro que rechazó algún medicamento o algo parecido.

Lo de la enfermera tiene tela... pareces Ana Crespo Crazy.

Besos.

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

¡Impresionante!
Cuánta imaginación...
Espectaculares ambos microcuentos, te felicito.
¡Saludos!

Nicolás Jarque dijo...

Ana, así leídos con calma puedo apreciar mejor estos dos microrrelatos enlazados. Aunque me llevo una impresión muy parecida a cuando los escuché.

El primero te deja con esa dureza del final de una vida y preguntandonte por qué esa tetraplejica debe morir. El título me gusta mucho.

Y el segundo juega, no sé si a conciencia, con el humor negro de esa grúa que se acciona por la respiración de la tetraplejica y que por accidente le lleva a convertirse en una asesina. Y es que toda acción tiene su reacción.

Muy bien como supiste unir las dos historias y conseguir muy buena nota en el ejercicio.

Bessets.

PD: De taller de Nicolás nada, el taller es de Ana, de Elysa, de José Luis, Fran, MªÁngeles, Elena, Francesc...

Sara Lew dijo...

Ana ¡Geniales ambos! Cuánto talento e imaginación. No estoy en el taller, pero mi nota es un diez, porque me has sorprendido con tu originalidad y buen hacer. Besos.

Manuel R. dijo...

Me han encantado. Sueltos ya me parecen muy buenos, pero así, juntos componen un microuniverso imaginativo.

Te felicito.

LA ZARZAMORA dijo...

Me gusta escribir estos micros, "in live", viéndonos a todos frente la misma hoja en blanco...
Todos somos unos asesinos en serie..., tetrapléjicos emocionales y zorr@s sin sentido y criminales en serie.
Cuando en la vida real, seríamos incapaces de matar una mosca, eh?
Son muy buenos los dos textos.

Besos,Ana.

LA ZARZAMORA dijo...

Una cosita...
Si vas a comentarios... y suprimes la opción verificación de palabras... me/nos harías un favor.
Porque es un calvario dejar un comentario...
;-)

Besito.

joseluis dijo...

Jeniales :-)

Un beso!

Javier Ximens dijo...

Creo que has resuelto brillantemente (de forma brillante, mejor, jeje) el ejercicio pues ambos relatos sobreviven por sí. En el primero se muestra la crueldad de los sistemas judiciales, y en concreto se descubre a una forense que odiaba a la tetraplejica dejando al lector los motivos. En el segundo, un tanto surrealista suave, con humor, que me ha llevado a los Tiempos Modernos de Chaplin.
En conjunto, dos piezas del mismo puzzle. Felicidades por el trabajo, Ana.