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martes, 27 de septiembre de 2011

Sueño de espera

Lo conocí en la iglesia, estaba sentado dos filas por delante. Llamó mi atención porque era el único que tenía el pelo color rojo, una rareza en mi pueblo. Esperé al termino de la misa para verle la cara. ¡Qué mirada! Se cruzó con la mía y me dejó sin aliento. Así comenzó nuestro amor, domingo tras domingo. Unos me sentaba en primera fila para que con su aliento acariciara mi nuca cuando se arrodillaba, otros nos sentábamos en el mismo banco y  rozaba mi mano cuando volvía de comulgar. Un baile de roces, suspiros, miradas. Por fin se decidió y se acercó a saludar a mis padres, acompañado por el cura, el mejor aval de aquellos años. Y empezaron los paseos por el parque, en la compañía de mi hermano mayor; las visitas a tomar café y jugar a las cartas y las despedidas interminables a través de la ventanita enrejada que tenía el portón.  Así pasaron ocho años hasta que, una vez acabada la milicia, pudimos casarnos. Le quería tanto. Le quiero tanto. Un pelirrojo apasionado con el que he tenido cuatro hijos. Sesenta años de matrimonio, y no ha habido día que no espere a que vuelvas del campo, sentada al fresco del zaguán y con el portón abierto de par en par.
             

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  Bella durmiente en Arcos de la Frontera

9 comentarios:

Rosa dijo...

Que tierno y hermoso lo cuentas. Me han encantado los roces y las miradas que ambos se procesan.

Besos desde el aire

Nicolás Jarque dijo...

Ana, que bonita historia de amor. Has trasmitido de forma muy tierna toda una vida. En aquellos tiempos demostrar el amor no debía ser tarea difícil. Es qué un pelirrojo...
Un besset.

Ana Crespo Tudela dijo...

Rosa, Nicolás, gracias.
Paseando por las calles preciosas de Arcos de la Frontera me encontré a esta mujer durmiendo al calor de una tarde de agosto y desde que la vi pensé que estaba esperando a alguien, Y porqué no tenía que ser a su amor.
Besos

TORO SALVAJE dijo...

Lo has escrito tú o se lo robaste a una hada?
Me has recordado relatos de mi infancia cuando parecía que lo bueno y lo malo estaba muy claro (luego resultó que no).
Me ha gustado mucho.
Pero mucho eh...

Saludos.

Ana Crespo Tudela dijo...

Bienvenido, Toro Salvaje.
En los cuentos, las historias no podían estar claras porque, como tú sabes, las hadas, las brujas y las princesas también llevan una loca dentro.
Un beso

Sara Lew dijo...

Una bellísima historia de amor, Ana. Me ha encantado.
Un abrazo.

Gala dijo...

Ana, he intentado escribirte el comentario como unas 5 veces, no entiendo que pasa, pero con este y algun que otro blog no los publica el blogger..
Lo vuelvo a intentar...
Te decida, que me ha encantado esa forma tierna de relatar el amor infinito, el amor atemporal... el de toda la vida...
Esos romances antiguos, (para nosotros) esas carabinas, esos romances sin una libertad o con una libertad reducida..pero que luego resultan ser los perpetuos.

Me ha encantado la dulzura con que ella habla de su pelirrojo.. y sobre todo la sensación de ese amor duradero en el tiempo, imperturbable, infinito...
Si actualmente amaramos de ese modo... nos iría muchisimo mejor... lástima que estamos demasiado viciados por mil cosas que no son tan importantes, pero que nos confunden ...

La imagen de la abuelita ... es tierna como pocas...

Me ha gustado muchisimo.

Besitos mediterráneos.

Ricardo Miñana dijo...

Hola paisana, vaya historia
¡60 años de matrimonio!
todo un mito para hoy en día que nadie aguanta nada y cada mes se presentan en el juzgado 1.500 demandas de separación.

si te gusta la poesía te invito a mi nuevo blog: Brisa poética
que tengas una bonito fin des semana.
saludos.

Anónimo dijo...

Vengo de la oveja negra y estoy encantado de pelirrojo.