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viernes, 2 de septiembre de 2011

Placeres que matan

La cena se enfriaba en la mesa mientras retozábamos en el suelo. Era nuestro 25 aniversario y, para celebrarlo, preparé una comida especial: crema de apio con virutas de gambas; unas bolitas de carne con azafrán, acompañadas de unas cebollitas cubiertas con un picadillo de jengibre, cardamomo y canela, y, como postre, unos pastelitos de miel y almendras. Ni lo probamos. Desde el momento que entraste en casa comenzamos una coreografía de labios, manos, piernas, lenguas que nos llevó de la pared a la mesa y de ésta a la alfombra. Debía ser el ambiente, cargado de las esencias que distribuí por toda la casa. Fue una noche memorable, tanto que, después de un año, aún recuerdo tu mirada aterrorizada mientras te daba el, segundo y fulminante, ataque al corazón.

1 comentario:

Nicolás Jarque dijo...

Cuantas sensaciones buenas con tan poca hambre y tanto apetito carnal. El final... me sorprendió mucho.
Muy bien hilado.
Un abrazo.