Dejo pasar las horas con la mirada fija en sus manos. Me gustan. No son muy grandes, pero sus nudillos me parecen tan masculinos. A veces su voz me aparta de mis sueños. Es un momento mágico. Estamos sentados en el mismo sofá, bajo la luz anaranjada de la lámpara, y con la voz de Charlie Parker como banda sonora. Sobran las palabras. Nos abrazamos; él sabe que debe apretar hasta dejarme sin aliento. Me besa y susurra que me quiere. Al sentir su aliento cálido me estremezco. Y, de nuevo, mi cuerpo y mi cabeza se ponen de acuerdo: no puede haber nadie más.
Si no voy al teatro, me muero. Si no voy al cine, me muero. Si no leo un libro, me muero. Si no veo una exposición, me muero. Me muero sin la cultura. Me matan sin la cultura. Me callan sin la cultura. Me callan con los deportes. Me embalsaman con un pisito. Me embalsaman con el colegio privado. Me embalsaman con las relaciones sociales. Y al final, me embalsaman con lo que me gano, pero, no, con lo que me merezco. Adios cultura. Adios criterio. Bienvenido don Dinero.
3 comentarios:
En ese momento seguro que no, pero con el tiempo siempre hay alguien más…
Españoleto, ¿seguro? ¿Y si lo que encuentras no es mejor?
Nada es eterno, al final todo se acaba como nos demuestra la experiencia. Nunca sabremos qué es lo mejor para nuestras vidas hasta el final de ella. Hay un dicho: “quien esté bien que no se mueva”, pero por lo general casi todos acaban moviéndose con el paso del tiempo, prueba de ello no tiene uno más que mirar las estadísticas de este país, la mitad están divorciados y la otra mitad se lo están pensando. Es triste pero hay que ser realista.
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