Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros. Desde que leí esta frase en el tablón del Ayuntamiento de aquel pueblo abandonado, no consigo olvidarla. Aquel día fue milagroso para mí, conseguí que se encendiera el coche, que él me acompañara, que nos equivocáramos de desvío y llegáramos a aquél lugar, que él quisiera darse un baño en el río, que comenzará una lluvia torrencial, que no hubiera a quien pedir ayuda y que él desapareciera bajo las aguas.
Si no voy al teatro, me muero. Si no voy al cine, me muero. Si no leo un libro, me muero. Si no veo una exposición, me muero. Me muero sin la cultura. Me matan sin la cultura. Me callan sin la cultura. Me callan con los deportes. Me embalsaman con un pisito. Me embalsaman con el colegio privado. Me embalsaman con las relaciones sociales. Y al final, me embalsaman con lo que me gano, pero, no, con lo que me merezco. Adios cultura. Adios criterio. Bienvenido don Dinero.
1 comentario:
Los milagros claro que existen pero siempre para cosas buenas. ¿Matar alguien también lo es? Bueno si sólo es literario sí.
Un buen relato milagroso.
Saludos.
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